13 de Agosto.
El Plantío Golf Resort.
Rebeca & Alba se conocieron en la universidad y rápidamente se dieron cuenta de que estaban hechas la una para la otra. Ellas se complementan perfectamente. Alba, mas juguetona e impulsiva, ayuda a Rebeca a vivir cada momento como si fuera el último. Por otro lado, Rebeca, tranquila y sosegada, le ayuda a Alba a apreciar los pequeños momentos.
Algo que tienen en común es que a pesar de todas las complicaciones y dificultades que han tenido, no han dejado nunca de luchar día a día demostrando que su amor se ha tornado incluso más fuerte.
Ellas tenían claro que querían estar juntas toda su vida, y por eso decidieron casarse cuando llevaban ya 5 años. Tanto Rebeca como Alba se vistieron en habitaciones contiguas. Con solo salir a la terraza que compartían ambas podían verse. Sentir qué estaban tan cerca pero saber qué no podían verse hizo más emocionante el momento de los preparativos.
La emoción se notaba en el ambiente. Todo estaba listo. El arco lleno de flores, un pasillo con pétalos... Los invitados ya habían llegado y esperaban a las protagonistas de esta historia. Sonó la música y los coches empezaron a llegar. Todos se pusieron en pié para recibir a las novias que llegaban acompañadas de sus padres. Ambas, agradecidas de poder verse por fin, no pudieron contener las lágrimas.
Desde el primer momento, tanto la pareja como los invitados se emocionaron con las palabras del maestro de ceremonias. Con tan delicadas palabras, acompañadas de una música emotiva, fue avanzando el evento donde se las veía cada vez más entregadas.
Hermanos, familiares, amigos... todos dedicaron unos momentos para desear a la pareja amor eterno, pero había llegado el momento de que se declararan la una a la otra. Los votos, cargados de ternura, amor y sentimiento, dieron paso a más lágrimas y también a tímidas y nerviosas sonrisas.
Con un lugar como El Plantío sabíamos que las fotografías resultarían preciosas. Un espacio verde, llego de árboles, flores y rincones preciosos. Además, hicieron un gran trabajo decorando los espacios de la manera más original.
No es ninguna sorpresa que la ceremonia fuera igual de emotiva que el resto de la boda. Cada regalo iba acompañado de más y más emoción que iba creciendo con el transcurso del día.
Pero como no todo iban a ser lloros, llegó el momento de la tarta. Con él vinieron risas y bailes, y alguna que otra batalla con la crema y la nata. ¡Super divertido!